Se confirma una de las renovaciones más necesarias sino la más necesaria en el Atlético de Madrid. Marcos Llorente ha plasmado su firma para unir su futuro al del club hasta 2027, alejando posibles fantasmas de la Premier. El jugador refrenda así su posición de indiscutible en el once y pone la firma a una historia de superación pocas veces vista y que deja claro que con esfuerzo las opiniones se revierten.
Soy el primero en reconocer que el fichaje de Marcos Llorente por el Atlético no me agradó en absoluto, me pareció un desembolso más que excesivo (entre 35 y 40 millones) por un jugador residual del Real Madrid que sólo había tenido un año decente en el Alavés dos temporadas atrás. Un jugador que en aquel momento sólo era un medio defensivo con buen físico y nada más. Su pasado madridista además no ayudaba a empezar con buen pie en el Atlético. Sus inicios además fueron malos, con minutos residuales y cuando era titular no pasaba de jugar sólo los primeros 45 minutos.
Pero la noche de Anfield todo cambió, su salida para oxigenar los últimos minutos del partido le hicieron refrendar el cambio de posición que Simeone ya estaba ensayando con él en los entrenamientos. Ese llegador con disparo certero y físico muy superior al resto. Y a partir de ese momento ha entrado en un estado de gracia del que no se ha bajado desde entonces, con una temporada descomunal de por medio y una afrenta escandalosa en la selección por parte de Luis Enrique colocando al medo más en forma de España como lateral.
Ahora su situación es otra, reconocido como uno de los mejores jugadores de la liga, titular absoluto en y pieza fundamental en el actual campeón de liga y con una renovación y un sueldo acorde a sus méritos. Nada que no se haya ganado un jugador que ha encajado a la perfección y ha derribado todas los muros que ha tenido por delante, y todavía tiene 26 años y mucho que recorrer y parece que seguirá siendo de rojo y banco.