Lo de ayer fue un capítulo más de la surrealista historia de Gerard Piqué en la selección española, el rey de la provocación se cansó de los falsos rumores que circularon ayer sobre si había cortado las mangas de la camiseta para no llevar los colores de la selección, y afirmó a la conclusión del partido que dejaba la selección tras el mundial de Rusia en 2018. Dijo que era algo que ya tenía pensado hace tiempo y que no era una decisión tomada en caliente, que ya estaba más que meditada y que no iba a haber marcha atrás.
Lo cierto es que el rumor de ayer fue tan estúpido como la relación de un jugador que en el campo siempre ha cumplido perfectamente pero que fuera de él no ha ayudado a tener una relación normal en cada concentración de España. Siempre le ha gustado ser el centro de atención y en algunas ocasiones merecido y en otras sin merecerlo se ha visto implicado en todo tipo de escándalos en los que siempre ha afirmado sentirse muy cómodo. Estamos ante un divorcio anunciado que se dará cuando el central haya dado sus mejores años a la selección y cumpliendo siempre que ha vestido la camiseta nacional.
Su fuerte ideología independentista nunca ha ayudado a que su aceptación por parte del público sea completa, siempre ha habido un run run detrás de él que tampoco ha querido aclarar nunca, una simple declaración diciendo que se sentía orgulloso de representar a España hubiese bastado, pero jamás realizó tales declaraciones. Pero con todo su compromiso y entrega en el campo nunca dejó de ser correcto por lo que tampoco hay nada que achacar al jugador, que de haber sabido manejar mejor algunas situaciones podía ser uno de los favoritos de la selección y no se vería abocado a tomar este tipo de decisiones ni a terminar saliendo por una puerta de atrás que quizás no merecía.