Pésima es la palabra que mejor resume la participación en la ronda de octavos de final de la Champions League por parte del Manchester United. Y su mayor responsable es un José Mourinho que volvió a demostrar una racanería y una falta de fútbol difícil de justificar. La inversión millonaria desde su llegada al banquillo de Old Trafford hace que esta derrota suponga un fracaso mayúsculo, no ya por el rival, sino por la forma de caer, de las más pobres que se recuerdan de un equipo que recordemos es el club más rico del mundo según la revista Forbes.
Si ya en la ida el técnico luso dejó claro que había ido a Sevilla a que no se jugara nada, y salió vivo gracias a De Gea, en la vuelta se esperaba un poco de fútbol. Pero en vez de eso, se vio quizás a un United peor que en la ida, sin idea de jugar ni de combinar, sólo a la espera de que mediante pelotazos tanto Fellaini o Lukaku sacasen algo de provecho. Un planteamiento infame para un equipo tan laureado y con los nombres con los que cuenta el equipo de Mourinho.
El Sevilla con dos grandes partidos cerró la eliminatoria más tarde de lo que debía, en parte por su falta de gol, y se clasifica para los cuartos de final con mucha más facilidad de la prevista merced a un entrenador rival que no dejó competir a su equipo en ninguno de los dos partidos con sus planteamientos ultra defensivos sin sentido y sin criterio. Gran noticia que el que propone fútbol pase de eliminatoria mientras Mourinho ha quedado retratado y sin ningún argumento. Se prevé verano movido en Old Trafford.