Con las elecciones y la vuelta a la presidencia del Barcelona de Joan Laporta los barcelonistas se las prometían muy felices, con promesas de mejorar bien el equipo y de retener a toda costa al mejor jugador de su historia Leo Messi. Pues según se han sucedido los meses los fracasos se han sucedido en can barça y con el cierre de mercado se ha puesto la guinda a un proyecto arriesgado, complicado y que no sólo no parece haberse reforzado sino que parece haber salido muy mermado de este verano.
Es cierto que la situación heredada era de lo más precaria, pero tras la no renovación de Messi ante la imposibilidad de inscribirle se han sucedido movimientos como la reducción del salario de los pesos pesados como Piqué, Busquets o Jordi Alba en vez de tratar de realizar un fichaje ilusionante se ha optado por desprenderse de Griezmann, y digo desprenderse por no decir regalar, y traer a un descarte del Sevilla, dejando claro que el movimiento es absurdo e inexplicable.
Si no fuese por la irrupción de Memphis Depay, fichado a coste cero y con gran incertidumbre tras no cerrar el fichaje del mismo modo de su compatriota Wijnaldum, el Barcelona ahora mismo tendría un problema gordísimo en el equipo, con el Kun lesionado hasta Noviembre y con su ilusión de jugar junto a su amigo Messi hecha añicos, ver de titular los tres partidos de liga a alguien como Braithwaite en el Barcelona deja claro que la planificación no ha sido buena, que la revolución que propuso Laporta no es tal y que la temporada puede ser muy larga para un equipo cogido literalmente con pinzas y sin margen de error.