Los Warriors han ido comandando las Finales con mano de hierro en su campo. Un 2-0 inapelable sin ningún atisbo de dudas y con unos Cavaliers que no tuvieron ninguna opción en ninguno de los dos partidos. Tras esto la visita a The Q fue más complicada con un primer partido resuelto por una canasta estratosférica de Durant en los últimos instantes salvando un partido que tenían perdido y una derrota abultada en el cuarto muestra del orgullo de LeBron e Irving.
Pero con estas se vuelve al Oracle Arena con la sensación de que todo lo que no sea una victoria por parte de los Warriors será complicarse sobremanera unas Finales que a día de hoy están más que encarriladas. Pero enfrente está LeBron James, ese jugador capaz de hacer de lo imposible cotidiano y de hacer temblar a todo una plantilla casi perfecta como son los Warriors, ya que de perder esta noche se jugarían el sexto partido de nuevo en The Q, y podría llegarse a un nuevo séptimo partido con los Cavaliers llenos de confianza y los Warriors con una presión mayúscula tras haber ido 3-0 arriba y con los recuerdos del séptimo del año pasado.
Pero estos Warriors no parece que vayan a dar opción a los Cavaliers en el Oracle, donde se han mostrado intratables y donde su juego se acentúa si cabe. En los dos partidos en la Bahía los de Tyrone Lue se han visto superado en todas las facetas y no han sido capaces de controlar esos contraataques vertiginosos que casi siempre acaban en un triple abierto. Tienen todo a favor para celebrar con su gente el que sería segundo anillo en tres años para una franquicia que llevaba mucho tiempo vagando por la zona baja de la NBA. Pero ojo que LeBron no está dispuesto a ceder tan fácilmente.