El partido de ayer resumió muy bien lo que es la selección española ahora mismo, un recuerdo de los mejores momentos que no basta para derrotar a una Italia sin estrellas pero con jugadores comprometidos. El baño recibido en la primera parte denota que el partido no se había trabajado tácticamente, se repitió una y mil veces el pelotazo a Pellé que sólo dejaba de cara a Éder y Guiaccherini que entraban como cuchillo en mantequilla. Ramos y Piqué no supieron hacer frente al tanque italiano y las ayudas del centro del campo eran inexistentes.
Conte preparó un partido perfecto que sólo la mala puntería y De Gea hicieron que España se mantuviera en el encuentro hasta casi el final del mismo. Nos superaban en todas las líneas, éramos incapaces de superar a ningún marcador y encima sus contras eran letales. Y en esas llegó el gol de Italia que definió cómo está ahora mismo la selección, nadie miraba cuando disparó Éder, y al rechace llegaron tres italianos y Piqué que llegó tarde y no pudo evitarlo.
Tampoco hay que ser pesimistas, tenemos jugadores jóvenes que están pidiendo la vez, y varios de los integrantes de esta selección muy válidos todavía. Esto es el definitivo toque de atención para realizar un cambio profundo a la selección y volver a ser ese equipo con hambre de título que un día fuimos y volver a respetar a rivales como Italia como se merecen, como se merece una selección que ha ganado cuatro mundiales y de la que nos considerábamos su bestia negra y que nos ha hecho abrir los ojos.