Pocos adjetivos quedan para calificar lo que hizo el Villarreal anoche en el Allianz Arena ante todo un Bayern de Munich. Se clasificó en casa de uno de los máximos favoritos, tras haber dejado fuera antes a la Juventus, y afronta sin complejos unas semifinales de Champions ante seguramente el Liverpool que traerán los recuerdos del duelo ante el Arsenal de hace años. Y mérito también para Unay Emery, que sigue sin saber lo que es perder una eliminatoria de competición europea con el Villareal.
Lo hizo además tras una nueva exhibición de soberbia del Bayern, al que como últimamente le pasa la boca y la soberbia le han perdido y queda muy tocado. No así el Villarreal, que pese a su irregular temporada liguera, en la que está difícil que entre a la UEFA incluso, en Europa ha dado siempre su mejor versión. Ya ante el United en fase de grupos fue superior en ambos partidos y en ninguno pudo siquiera puntuar. El equipo llega muy ilusionado y sin nada que perder, pero su nuevo rival a priori será un Liverpool (junto al City el equipo más en forma ahora mismo) que no querrá verse superado por la sorpresa de esta edición de la Champions.
Gloria eterna para un equipo que tras haber ganado el año pasado su primer título oficial, no quiere despertarse de este sueño que ya es más de lo que muchos imaginaron. Con mucha ilusión pero sin nada que perder afrontará un equipo de una localidad de 50.000 habitantes que por segunda vez en su historia se encuentra en unas semifinales de la competición de fútbol más importante del mundo. Algo que no muchos equipos pueden decir y eso ya es mucho. Y más en estos tiempos de petrodolares y equipos estado.