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7 años sin Montes

La voz que amenizó todas las meriendas de mi adolescencia se marchó hace ya siete largos años. La voz que convirtió el deporte que adoraba en espectáculo, que hacía que un partido intrascendente fuese disputado, que convertía a un simple jugador en un mito con un simple mote, que hacía de las pajaritas su modo de vida y de los tiempos muertos los debates más variados se fue para no volver. Andrés Montes fue un pionero en lo suyo, nadie había sido capaz de llevar las retransmisiones deportivas a ese nivel y consiguió ser casi tan importante como el propio evento deportivo en sí. La pareja que formó con Antoni Daimiel quedará para el recuerdo de todos los aficionados al baloncesto y a la NBA en particular como el mejor comentarista de la historia.

Su paso por la sexta como comentarista de fútbol dejó mas sombras que luces, quizás porque el deporte no estaba preparado para su estilo pero aún así nos brindaste un último Eurobasket de Polonia en el que España se alzó con el oro (no se si fue casualidad o un homenaje del destino). Pero lo que sí tengo claro es que te debo mucho, muchas horas de diversión y carcajadas, momentos de tensión y felicidad plena. Cada partido que veo después de tu muerte me acuerdo de tí y creo que ese es el mejor homenaje que puedo brindarte, gracias de todo corazón Andrés Montes por hacerme partícipe de tu pasión por el baloncesto y por enseñarme esa filosofía de vida tan particular y tan bonita que nos dejaste resumida en esa frase que siempre te acompañará. Porque la vida puede ser maravillosa, aunque sin tí no está del todo completa.

¿Por qué eres tan bueno McGrady?

Todavía recuerdo aquellos partidos en el Amway Center de Orlando con Andrés Montes gritando aquello de ¿por qué eres tan bueno McGrady? tras otra exhibición anotadora del alero. Estábamos ante un jugador descomunal, diría que imparable, y digo diría porque hubo algo que sí lo paró. Las malditas lesiones.

Tras saltar desde el instituto a los Toronto Raptors y ver cómo en su segundo año su primo Vince Carter le quitaba los minutos fue traspasado a los Magic donde se desató, ya en su primera campaña fue nombrado jugador más mejorado del año, y en su segunda ya fue máximo anotador de la NBA aspirando al MVP de la temporada (aunque según reconoció él mismo, mientras esté Tim Duncan me tendré que conformar con el segundo puesto). Estaba en el mejor momento de su carrera y se confirmó su traspaso a los Houston Rockets para unir sus fuerzas con Yao Ming y formar una dupla temible. Pero comenzó su calvario de lesiones de espalda que se hicieron crónicas retándole ese primer paso demoledor que tenía T-Mac. Aún así nos dejó exhibiciones como los 13 puntos en 53 segundos para ganar el partido a los Spurs, o liderar a los Rockets de las 22 victorias consecutivas sin Yao Ming, la segunda mejor marca de la historia de la NBA.

Ya hacía dos años que se había retirado pero daba sus últimos coletazos en China donde hace unos días le hicieron un homenaje de retirada, recordando sus mejores momentos su ya famoso mate a tablero en el All Star y dejando en el aire la duda de que habría pasado con este jugador si las lesiones le hubieran respetado. Ya tan sólo nos queda recordarle con una sonrisa y que siga retumbando en los oídos aquel mira a McGrady Daimiel si parece que está dormido.