El idilio entre Koeman y Goodison Park ha tocado a su fin. Tras un inicio de campaña bastante flojo, está empatado a puntos con el Stoke que está en puestos de descenso, los días del técnico holandés al frente del equipo de Liverpool se han acabado. Tras varias brillantes campañas, con más luces que claros, se despide en la temporada que debía haber supuesto el salto cualitativo del Everton que se había reforzado este año mejor que nunca, y que finalmente ha resultado un absoluto fracaso.
La llegada del hijo pródigo Wayne Rooney, unido a los ilusionantes fichajes de Sandro Ramírez, Klaasen o Sigürdsson, hicieron que los toffes rebosaran de ilusión de cara a esta temporada. Y el inicio no pudo ser mejor, victoria y gol de Rooney que hacía presagiar el inicio de algo grande. Pero nada más lejos de la realidad, tras ocho jornadas, el Everton está en los puestos de cola y mira ya directamente a los puestos de descenso, olvidándose de una Europa a la que al inicio de la temporada aspiraba y que a día de hoy es una utopía, pese a que el equipo está participando en la Europa League, donde en la última jornada recibió una dura derrota ante el Lyon, amén de altercados de sus hinchas golpeando en la celebración a los jugadores del equipo francés.
Pero más allá de esto, el equipo tiene los mimbres y el talento necesario para revertir esta situación. Quizá el cambio de aires es lo que necesitaba esta plantilla que adolecía de pasotismo en los partidos y de una falta de intensidad alta, que llevaron a los mandatarios a tomar esta decisión. Veremos si el equipo endereza el rumbo o se une a una de tantas plantillas que aspiraban alto y que finalmente acabaron en drama.