El Real Madrid vivió ayer en el Estadio de la Cerámica una montaña rusa de emociones que le llevaron a todos los estados de ánimo posibles. Del 2-0 de Bakambu (en posible fuera de juego) al 2-3 de Morata a falta de pocos minutos para la conclusión del partido. Zidane viendo el panorama arriesgó quitando a Casemiro y terminó acertando merced a un Villareal que decidió esperar atrás y encerrarse y renunciar a cualquier tipo de contra.
Las lesiones tampoco ayudaron al equipo amarillo, ya que Asenjo volvió a romperse por cuarta vez el ligamento cruzado, y de Adrián, que se rompió muscularmente con el 2-0 y estaba siendo junto a Samu el mejor del equipo de Fran Escribá. Aún así la reacción del Madrid fue sublime, ya que se vio perdiendo el liderato y sin depender de él mismo en el campeonato, pero supo atacar con convicción y llevarse un resultado impensable tras el gol de Bakambu.
Cierto es que el gol que supuso el empate, viene provocado por un penalti inexistente de Bruno, al que el balón golpea en el pecho sin ningún jugador del Madrid cerca y el árbitro interpretó penalti. Y a parir de ahí las reacciones de los de siempre, como Piqué, que volvió a quejarse de los árbitros en twitter precisamente él y el Barcelona, como si se beneficiaran igual o más que el Madrid de los arbitrajes. Lo cierto es que el Madrid terminó saliendo vivo de un partido que iba camino de dejarles KO.