Alivio es lo que supuso el pitido final para Argentina, tras ponerse por delante tan sólo a falta de cinco minutos para la conclusión. El partido que realizó el equipo fue flojísimo, con unos buenos veinte primeros minutos, un decente final de primera mitad y una bochornosa segunda parte, donde en absoluto mereció el pase a los octavos del Mundial. No supo administrar un partido que tenía controlado absolutamente y a punto estuvo de quedarse con todo merecimiento fuera del Mundial.
Messi también tiene parte de culpa, ya que pese a anotar un gran gol, su segunda parte fue la de un jugador falto de carácter, de alma y ambición por seguir en el Mundial. En ningún momento se echa el equipo sobre su espalda o lo lidera con el ejemplo del sacrificio, sino que cuando peor están las cosas más desanimado y apático se vuelve el 10, algo muy preocupante ya que con esta selección va a tener más momentos malos que buenos.
Mascherano, quizás el jugador argentino más fiable de los últimos años, está cuajando sus peores partidos al frente de la selección, con pérdidas de balón absurda o penaltis sin sentido como el de ayer. No está siendo el medio que llega a todo y da seguridad a todo el frente de ataque, además de verse superado por Musa con facilidad cada vez que el africano le encaró durante el partido. Aún con todo Argentina pasó y prolongó lo que todo indica que será una agonía para el próximo partido ante una Francia que sin dar muestras de gran consistencia sabe que a esta Argentina con muy poco se la hace mucho daño, y que muy probablemente se autodestruya ella misma.