La victoria de ayer del Chelsea sobre el Mancheter City en Stamford Bridge certificó al Liverpool como campeón de la Premier League por primera vez en su historia desde que es el nuevo formato de la liga. La última liga inglesa la había logrado el club del Mersesyde fue en 1990. Desde entonces sequía absoluta de títulos nacionales en lo que se consideraba ya casi hasta una maldición, y más con el subcampeonato del año pasado en el que batió el récord de de puntos para un segundo clasificado y quedó a un solo punto del campeón Manchester City.
Pero este año comenzó la Premier con firmeza, y en la primera vuelta contó con todos sus partido por victorias salvo un empate, récord también de la Premier, dejando muy encarrillado el título desde el principio ya que este años sus perseguidores han estado más irregulares que nunca, en especial los citizens, principal rival de los reds por el título. Ni siquiera los compromisos de Mundial de Clubes que tuvieron que afrontar debido a la consecución de la Champions League lograda en el Wanda el verano pasado distrajo al conjunto de Klopp que se ha mostrado totalmente intratable en todos los duelos.
Sólo el parón por el COVID ha desmejorado un poco un hito histórico para la ciudad y que parecía inimaginable cuando Klopp aterrizó en el club para sustituir a Brendan Rodgers, y el club penaba por mitad de la tabla y sufría incluso para colarse en los puesto de acceso a la Europa League. Pero el crecimiento del equipo ha sido imparable, con no muchos jugadores de renombre, pero con una capacidad de trabajo y un ritmo de fútbol imposible de igualar, Klopp fue cada año superando barreras, perdió una final de Europa League, y otra de Champions antes de conseguir la orejona el año pasado y este el ansiado título de la Premier que colocan al entrenador teutón en el olimpo de leyendas reds y le sitúan como uno de lo mejores entrenadores de siempre.