Otra temporada más y otra dolorosísima derrota del Barcelona en la Champions League, esta vez a manos de un PSG mermado por las bajas, no contaban ni con Neymar ni con Di María, que deja la temporada prácticamente sin pelear por ningún título a la espera de consumar su eliminación de la Copa y de la Champions en el partido de vuelta, Pero el principal problema del equipo viene ya de lejos, y es algo pandémico para el Barcelona, y es su poca capacidad a sobrevivir a las adversidades. O domina el partido y lo gana con contundencia, o no es capaz de sobreponerse a las adversidades de los noventa minutos.
El equipo se puso por delante, dominando el encuentro, sin tener sobresaltos, pero en cuanto le empataron el miedo se apoderó de un equipo que es más vulnerable en defensa que nunca. Pero no solo pasa ante el PSG, todos sus partidos de liga son una moneda al aire que este año más que nunca están saliendo cruz. La imagen del equipo tras el 1-2, dejándose llevar, sin capacidad de aguantar el resultado por muy malo que fuese, para la vuelta, el no crear una sola ocasión de peligro ni rebelarse ninguno de los jugadores da muestras de la vulnerabilidad anímica del equipo no solo este año, sino de siempre, pero en cuanto su superioridad técnica no se ha impuesto se han visto las carencias.
Ahora mismo toca una encrucijada difícil par la institución, la más que probable marcha de Messi gratis en verano, las elecciones de Marzo a la presidencia, los problemas económicos que arrastra el club que deja nada de maniobra para una revolución, y unos contratos que endeudan al club los próximos años dejan ver un panorama desolador para el aficionado. Es difícil que puedan trae a ningún nombre ilusionante este verano y es posible que pierdan a sus estrellas, pero si el equipo quiere sacar algo y pelear de verdad con los clubes grandes de nuevo debe empezar por competir los partidos salgan como salgan y se desarrollen como se desarrollen.