El Liverpool sigue teniendo los problemas de siempre. Hoy se ha visto de nuevo su gran talón de aquiles en su duelo ante el Tottenham. Capaz de generar peligro en ataque constantemente e incapaz de saber mantener un resultado gracias a su defensa. Ni con la llegada de Van Dijk que fue titular en este partido se ha solucionado el problema atrás que tiene Klopp, que deberá fichar urgentemente un portero en la próxima ventana de fichajes veraniegos tras demostrarse una temporada más que ni Klavan ni Mignolet están al nivel de un aspirante al título de la Premier.
Aún así el Liverpool sufrió dos penaltis en contra tras sendos piscinazos de Kane, además de uno bien sancionado con amarilla para Dele Alli, que está firmando una temporada más que discreta. Klavan además pudo para una de las dos penas máximas a un enrachado Kane, que volvió a ser el motor del equipo de Pochettino que este año parece más centrado en la Champions que en la Premier, en parte también por la mudanza de su estadio y el hecho de tener que jugar como local en el estadio de Wembley, al que les costó coger el punto (se llegó a hablar asta de maldición para ganar).
Pero el partido volvió a dejar la misma sensación que ronda desde hace ya varias temporadas al club de Anfield, que tiene una delantera letal, a la altura de los mejores equipos del continente, pero que atrás son muy débiles, lo que les condena al empate o la derrota en muchos partidos que deberían de ganar con holgura. Este verano debe ser el de la reestructuración en la portería y en la defensa de un club que ya sí que sí debe ser un aspirante a todo, aunque sólo sea por historia