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Lopetegui despega

El empate de ayer ante Italia deja una gran sensación para lo roja. Es cierto que se tuvo la victoria en la mano y que un penalti absurdo permitió el empate azzurro y nos entró el pánico y a punto estuvo de irse de vacío del Juventus Stadium. Pero lo positivo es el buen fútbol desplegado en un estadio y ante un selección muy complicadas. Las nuevas ideas y los nuevos métodos del seleccionador empiezan a dar sus frutos y a España vuelve a dar gusto ver jugar.

Lopetegui además está consiguiendo introducir a los jugadores jóvenes que tiene que dar un paso adelante sin ningún tipo de repercusión en el equipo, algo que parece sencillo pero que es más complicado de lo que parece. La primera hora de partido de la roja recuerda a sus mejores momentos, y es cierto que la falta del gol es algo que preocupa, pero en la mejor época de España los partidos y las eliminatorias de mundiales solíamos ganarlos por la mínima.

Este es el camino que hay que seguir de cara al mundial de Rusia 2018, que se vaya engrasando la maquinaria y los nuevos vayan cogiendo el conceto del juego, y a partir de ahí todo legará. Se vuelven a avecinar buenos tiempos en la roja aunque queda el peligroso partido frente a Albania del domingo, que nadie se confíe, nadie dijo que vaya a aser fácil.

Fin a la primera generación del siglo XXI

Con el comienzo del nuevo milenio llegaron unos jugadores que estaban llamados a ser los sucesores de Jordan. Jugadores que tenían que soportar las comparaciones con el mejor jugador de la historia noche tras noche sin venirse abajo, una presión que devoró a más de una promesa. Y de esa generación surgieron nombres que han dominado el baloncesto desde hace casi veinte años. Son los Kobe Bryant, Tim Duncan y Kevin Garnett.

Se trata de tres jugadores diferentes de carácter pero iguales en su pasión por el baloncesto. Son los que han dado noche tras noche a muchos adolescentes como yo momentos inolvidables, partido épicos y series de playoffs que bien podrían ser las finales por la intensidad de los partidos. Los Spurs-Lakers de principios de siglo fueron los partidos que decidían quién era el campeón de la NBA pese a ser de la misma conferencia. Ver a O´Neill y Bryant contra Duncan y Robinson era puro basket. Garnett tenía su pedacito de protagonismo por ser un fuera de serie pero su equipo nunca estuvo a la altura de su calidad.

Va a ser difícil para mi generación ver comenzar una nueva temporada sin estos tres nombres, jugadores irrepetibles que hicieron que tras la segunda retirada de Jordan la NBA siguiera siendo más que interesante, sin llegar a ser el negocio de agentes libres y contratos televisivos en lo que se ha convertido ahora. Donde se permitía más el contacto, las pizarras y las defensas eran innegociables y dónde el triple no era el principal arma ofensiva de los equipos sino que lo era el pívot sobre el que se construía el equipo.

Tres jugadores, 11 anillos entre los tres, todos con al menos un MVP de la temporada y del All Star, tres tipos tan distintos como irrepetibles que no han parado de batir récords a lo largo de su carrera y que sin ponerse de acuerdo han decidido dejarnos en la misma temporada para valorar y disfrutar de sus mejores momentos, como en muchos casos de grandes jugadores, ahora que ya no están en activo. Gracias a siglo XXI, a la Mamba Negra y a Big Ticket por tantas horas de entretenimiento.