El fútbol se inventó hace demasiado tiempo con posiciones y estilos que han ido cambiando tácticamente, pero no la esencia. Es difícil pretender ganar sin un jugador que marque goles. Guardiola está obsesionado en jugar al fútbol sin delantero, y ya después de 5 cinco años de fracasos en Manchester y tres en Múnich, debería entender que en los partidos complicados, en los que el rival se cierra bien, no tener a alguien que de verdad genere peligro, que pueda rematar balones en el área, que sea capaz de marcar gol, que al final es la esencia de este deporte, se acaba pagando. Y de nuevo este sábado en Oporto en la final lo volvió a pagar. El Chelsea volvió a ganarle por tercera vez desde que llegó Tüchel en navidades, dejando claro que Guardiola no es capaz de ganar a equipos fuertes sin un delantero, por mucho que insista en que De Bruyne, Sterling o Foden puedan jugar ahí.
Todos coincidimos en el error de planteamiento del catalán, que no reaccionó con los cambios, y que en prácticamente ningún momento puso en aprietos al Chelsea. No es la primera vez que este planteamiento le sale caro. El año pasado fue eliminado en Lisboa en cuartos de final a manos del Lyon, cuando había eliminado al Madrid previamente jugando con un 9 como Gabriel Jesús, que marcó a la ida y a la vuelta. Pero insiste en una fórmula que está demostrada que no sirve, y aunque en un futuro un año consiga ganar así la Champions, debería preguntarse si mereció la pena haber perdido tantos partidos y eliminatorias por esa cabezonería. Se puede ser un entrenador influyente, con cambios tácticos sin descompensar el equipo, y ese ejemplo lo tenía en frente con Tüchel, que le ha ganado la partida de manera clara.