Se suele decir que el esfuerzo paga, pero no siempre acaba cumpliéndose. A eso ha debido aferrarse el Chimy Ávila estos últimos dos años que ha pasado en el dique seco tras dos lesiones graves consecutivas de rodilla que le privaron en su mejor momento de dar el salto a un grande. El Atlético lo tenía prácticamente atado, pero esa primera lesión grave frenó el interés. El Chimy se preparó y recuperó, pero cuando estaba a punto de volver a vestirse de corto, volvió a caer de la misma lesión en un entreno. Su estado a la vuelta era una incógnita, dos años parados, una rodilla operada dos veces de manera consecutiva de una lesión que siempre resiente a quien la sufre. Pero tras ir poco a poco con él Arrasate apostó por el argentino tras la lesión de Kike García a falta de 15 minutos para el final.
Para entonces el partido iba empatado y Osasuna, que es el único equipo de las grandes ligas junto al Nápoles que todas sus visitas se han saldado con victoria, estaba sufriendo el acoso de un Villareal que quería remonta un partido que se antojaba fundamental para volver a reengancharse arriba tras un inicio de campeonato dubitativo. Pero un error de Mandi dejó a Ávila solo ante Rulli y le ajustició marcando un gol que se antoja fundamental para el delantero que lo celebró con rabia y hasta quitándose la camiseta. La amarilla no importó después del peso que se había quitado de encima y lo que puede significar este gol, un cambio de tendencia y recuperar el mejor nivel que le llevó a ser pretendido por Atlético y Barcelona.