La temporada de los Philadelphia Sixers este año por fin está siendo buena. Después de muchos años arrastrándose por la liga tienen por fin balance positivo, y las expectativas en torno al futuro del equipo son elevadísimas. La explosión definitiva de Embiid, al que si las lesiones le respetan es uno de los mejores interiores a día de hoy de la liga, le ha convertido en el principal foco de atención de los medios, pero la verdadera explosión del equipo de Pensylvania tiene nombre y apellidos: Ben Simmons.
El alero, que se perdió todo el año pasado por una grave lesión, ha dejado claro por qué fue número 1 del pasado draft. Su capacidad ofensiva y defensiva se define por sí sola en el último partido ante los Warriors. En ataque era defendido por Draymond Green y en defensa se encargaba de defender a Stephen Curry. Un dato demoledor que define las capacidades de un jugador con capacidad ilimitada para dominar la NBA en muy poco tiempo. Y está rodeado en uno de los mejores entornos posibles para crecer.
Simmons además ha asumido galones desde el primer día siendo el jugador que más rápido consigue un triple doble en un partido de la NBA. Lo hizo en su segundo partido como profesional en la liga. No por nada ya desde su etapa en la NCAA le comparaban con LeBron por su polivalencia y lectura del juego, palabras mayores que Simmons está haciendo que no parezcan un sacrilegio. Veremos cuando le llegue el famoso periodo de bajón en las estadísticas, pero pinta muy bien el rookie de los Sixers.