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La mejor generación FIBA de la historia

Cuando escuchamos nombres como Petrovic, Divac, Kukoc, Djorjevic, nos vienen a la mente los hombres que dieron sentido al baloncesto europeo durante los años ochenta y noventa. Esta generación de jugadores balcánicos hijos de la guerra, conformaron la mejor generación de jugadores que ha visto el baloncesto europeo jamás, provocaron la formación del Dream Team original ya que los americanos cansados de perder siempre ante ellos con sus equipos de universitarios no vieron otra opción que llamar a filas a los profesionales, amargaron la existencia la URSS de Sabonis, Tkachenko y Marciulionis, pero no solo dominaban a nivel selección a nivel de clubes eran también los mejores. Fueron los que de verdad abrieron el camino de la NBA desde Europa, y sólo los problemas bélicos de su país dividieron a una selección que de haber seguido junta no se sabe cuantos títulos podría haber conquistado.

En 1992 la división de la antigua Yugoslavia dividió a un grupo de jugadores que estaban llamados a hacer historia y quizás eran el único equipo capaz de hacer frente de verdad a ese Dream Team, las guerras nos impidieron ver el que quizás hubiera sido el mejor partido de baloncesto de la historia. Nunca veríamos concentrado tanto talento en un sólo pabellón y todos ellos además en su mejor momento, imaginar solo ver a Jordan, Bird y Magic frente a Petrovic Divac y Kukoc suena a videojuego pero realmente pudo ser posible. Además tristemente las separaciones de los países hicieron que jugadores que se consideraban hermanos perdieran el contacto, y ya no volvieran a ser lo mismo, como el caso de Divac y Petrovic por la dichosa bandera croata. Quien sabe quien hubiera ganado ese partido pero a mí personalmente me hubiera encantado que se hubiese disputado.

¿Karembeu el canibal?

El nombre de Christian Karembeu es conocido por todo el mundo como quizás uno de los jugadores con mayor suerte del mundo, sin ser una super estrella ganó todos los campeonatos posibles a nivel de club y selección siendo además titular en casi todos ellos. Pero lo que poca gente sabe es la historia de los antepasados recientes del galo.

Karembeu, nacido en Nueva Caledonia, fue uno de los once hijos de Willy Karembeu, un nativo de la isla que vivió un episodio vergonzoso en su adolescencia. Ocurrió en París en 1931, donde era típico la celebración llamada Exposition Coloniale (Exposición Colonial) para justificar el colonialismo aún presente en aquella época.Para ello se traía a los indígena mas extraños en una desfile a modo de zoológico humano, y entre esas celdas que desfilan destaca una. Es inevitable que todas las miradas vayan hacia ella. Un hombre es mostrado solo, entre barrotes, como un caníbal, como una bestia de inframundo que se alimenta de otros hombres como él, que no sabe hablar, sólo gruñir… En el cartel que colgaba de la jaula podía leerse, además de otros raras costumbres impropias de un ser humano, su nombre: Willy Karembeu.

Nada de aquello era cierto, al pobre Willy le habían raptado en su Caledonia natal y lo habían enseñado a realizar danzas extrañas para justificar su superioridad y la labor necesaria de la colonización. Los aborígenes vivían esto como una vergüenza. Tiempo después Christian el hijo de Willy comenzó a destacar en el fútbol y fue rápidamente reclutado por la selección francesa para poder incorporarlo a sus filas. Tras un tiempo de indecisión finalmente decidió jugar para la selección francesa, pero negándose a cantar el himno nacional, ligado a la opresión a sus antepasados. El silencio se convertía para él en una forma de recuerdo, de homenaje. En ninguno de los 53 partidos que jugaría con los bleus lo haría. Aunque, como buen profesional y dedicado a la causa, no dejaría de ganar partidos y títulos para ellos. Un Mundial y una Eurocopa en dos años que se dice pronto. No está mal para el hijo de un caníbal.

La historia de Demetrius Hook Mitchell

Cuenta Gary Payton, uno de los mejores bases de la historia de la NBA y que nunca se ha caracterizado por realizar halagos gratuitos, que el mejor jugador que ha visto en su vida es Demetrius Hook Mitchell, teniendo en cuenta que Payton ha jugado ante Jordan, Barkley, Malone, Duncan o Bryant, las palabras son mayores. Mitchell, desconocido para el gran público, era un jugador oriundo de Oakland, de donde han salido leyendas como el propio Payton, Jason Kidd o Brian Shaw, donde se labró una fama de super estrella que fue creciendo a la vez que crecía su adicción a las drogas.
 
Mitchell, considerado el mejor jugador que nunca llegó a la NBA, fue abandonado por sus padres al poco de nacer y se crió con su abuela, a los diez años era ya un consumidor habitual de Marihuana, a los 12 estaba inhalando cocaína en polvo y para los 17 estaba resoplando heroína, todo sufragado gracias al espectáculo que proporcionaba a los distribuidores de droga en los playgrounds de Oakland con sus mates por encima de coches o saltando a personas, se dice que llegó a realizar un mate tras saltar a diez personas. Pero ahí no acaba su desgracia, ya que cuando todavía era adolescente unos narcotraficantes asesinaron a su hermano mayor, después fueron a por el joven Demetrius pero las circunstancias lo retiraron de las calles antes de que pudieran cumplir la amenaza.
 
Mitchell nunca se graduó de la secundaria, pero fue el jugador estrella de dos colleges pese a no ir a ninguna clase debido a la vista gorda que se hacía debido a su talento para el baloncesto, cuenta la leyenda que Demetrius se crecía cuanto más difícil fuera su rival y que jugando ante el todopoderoso All Navy Team de David Robinson realizó un mate descomunal desde casi el triple. También tenía maniatado al equipo rival en Oakland, el Skyline, en el que un tal Gary Payton era la estrella. Nadie dudaba de su talento pero sus influencias y los ámbitos en los que se movía no eran los más adecuados.
 
Así acabó sin dinero y adicto a las drogas, tanto que finalmente fue detenido por atraco a mano armada para sufragarse los gastos de su adicción. Fue condenado a cinco años y allí se medio reformó convirtiéndose al islam bajo el nombre de Waliy Abdur Rahim, pero siempre quedó la sensación de lo que habría podido ofrecer un jugador que de haber encauzado mejor su vida quizás hubiera cambiado el panorama NBA como lo conocemos en la actualidad. Aún así el nombre de Demetrius Hook Mitchell sigue siendo sagrado para cualquier novato que pisa una cancha de Oakland, quizás el mejor jugador salido nunca de esos playgrounds.

El dedo de Gerrard

La trayectoria de Steven Gerrard es conocida por todos, uno de los mejores centrocampistas de la Premier de los últimos veinte años, quizás la mayor leyenda para el equipo con más historia de la Premier como es el Liverpool, canterano que se ganó a la afición consiguiendo la Uefa y la Champions para los reds y del que fue durante muchos años de su carrera su capitán. Todo esto motivado, reconocido por él, tras perder a su primo de diez años en la ya famosa tragedia de Hillsborough.

Pero toda esta leyenda en torno a Gerrard bien podía haber quedado en nada por un fortuito accidente cuando era sólo un crio. Jugando en el césped de un vertedero, que los niños de la zona lo consideraban su Anfield particular, se coló el balón entre unos arbustos con hortigas. Gerrard fue a sacar el balón dándole una patada y un rastrillo que estaba oculto se le clavó en el dedo meñique atravesándolo. Los médicos indicaron inmediatamente la amputación, pero la decisiva intervención de Steven Heighway, director de la escuela del Liverpool, logró convencerlos de un tratamiento conservador y menos invasivo, salvando de esta forma la carrera de un niño de nueve años que acababa de cumplir su primera temporada con los reds y que acabaría convirtiéndose en jugador bandera del club.

La apuesta de Stoichkov

La muerte de Johan Cruyff ha traído consigo un montón de anécdotas del tulipán de oro. Una de las más curiosas la contó Hristo Stoichkov de su etapa en el Barcelona con el 14 de entrenador. Contaba el búlgaro que para animar a sus jugadores muchas veces hacían pequeñas apuestas, como jugar a dar al larguero al final de los entrenamientos o juegos parecidos. Casi siempre ganaba el flaco, cuenta Stoichkov, que siempre ha tenido un espíritu competitivo insaciable.

Pero hubo una vez que jugador y míster apostaron 100.000 pesetas de la época. La apuesta consistía en retar a Hristo a marcar un gol en el partido de liga. Stoichkov aceptó la apuesta con el míster, pero lo que no sabía era la jugarreta que le iba a hacer el holandés. Con el partido al descanso con dos a cero para el Barcelona, al comenzar la segunda parte Cruyff decidió quitar a Stoichkov del campo, a lo que el búlgaro le pidió explicaciones, y lo que le respondió le quedó grabado.Cruyff con toda naturalidad le dijo que se sentara en el banquillo y fuese preparando esas 100.000 pesetas que le debía por perder la apuesta.

Hoy Stoichkov lo recuerda con una sonrisa en la cara, pero seguro que en el momento le sentó como peor que mal, pero da muestras del carácter competitivo y burlón del tulipán de oro que nunca dejó indiferente a nadie. Una lástima su pérdida la verdad aunque con anécdotas como esta seguirá sacándonos una sonrisa de vez en cuando.

Adios Johan Cruyff

Hoy se ha confirmado la triste noticia de que el cáncer ha podido finalmente con el holandés Johan Cruyff. Un tipo que revolucinó el fútbol tanto como jugador como de entrenador. Su manera de entender el fútbol de manera colectiva, alegre y con el pase y la combinación como trato innegociable llegó a lo más alto del fútbol mundial ganando tres copas de europa consecutivas con el Ajax de sus amores, ganar tres balones de oro consecutivos (el primero en conseguirlo), y llevar a Holanda a la final del mundial que acabaría perdiendo frente a Alemania (hay muchas historias detrás de ese partido en las que la conducta antideportiva de Cruyff antes de ese partido es el denominador común aunque nunca se ha confirmado).

Pero detrás de este crack había un carácter indomable que le granjeó más de una expulsión y más de un enfrentamiento con sus presidentes o incluso con la propia grada de su Ajax amado cuando creyó que la oferta para que volviese al club de sus amores era un insulto para él y acabó firmando por el archienemigo Feyenoord al que llevó en su única temporada a la conquista de la liga y la copa holandesa, proclamándose mejor jugador del campeonato. Como entrenado revolucionó toda la estructura del FC Barcelona llevándo a su equipo denominado dream team a la conquista de su primera copa de europa en Wembley. Su mayor legado es la cantera del Barcelona que ha transformado para que se convierta en la más productiva de europa y convertir al club español en el gran dominador del siglo XXI. Hasta siempre flaco.

La última de Totti

La llegada de Spalletti a la Roma pareció despertar a un equipo que como todos los años empieza muy fuerte, generando grandes expectativas, pero que se va desinflando de manera preocupante. La directiva no aguantó más el proyecto quizás ya viciado de Rudy García, y confió en un viejo conocido de la afición romanista como Spalletti. Su legada reactivó al equipo pero trajo consigo un conflicto que puede convertirse en motivo de estado en la capital italiana, y no es otro que la mala relación con el ídolo y personaje intocable Francesco Totti.

Francesco Totti es la persona más querida de la afición romanista, un jugador que fue merecedor de el balón de oro y la FIFA le ninguneó, que rechazó a los equipos más poderosos de europa para quedarse en su Roma natal, y ser así una leyenda viva del equipo. Pero la llegada de Spalletti ha traido una serie de desencuentros que llevaron a apartar al capitán del equipo y a plantearse retirarse al 10 en otro equipo que no fuese la Roma.

Hoy sería la ocasión perfecta de zanjar el problema con la leyenda dándole la oportunidad de llevarse la ovación de un Bernabéu que tanto le ha temido y admirado (su presidente Florentino intentó hasta en dos ocasiones tentar al media punta), y que seguro recompensará la carrera de uno de los jugadores más técnicos de los últimos tiempos. Totti se lo merece.

Los 500 de Messi

El partido de esta tarde ante el Betis será especial para un jugador: Leo Messi. El astro argentino cumple 500 partidos con la elástica blaugrana y lo hará sabiendo que si anotan tres goles o más en ese partido cerrarán el año con el récord de más goles anotados en un año completo.

Ya quedó atrás el debut oficial de Messi ante el Espanyol sustituyendo a toda una institución como Deco (recordemos que debutó en un amistoso frente al Porto de Mourinho), de la mano de Rijkaard que poco a poco fue dosificando su entrada en el equipo para que su adaptación fuese mejor y para no quemarlo demasiado pronto. Por aquel entonces nadie podía imaginar dónde iba a llegar aquel escuálido jugador al que denominaban la pulga.

Más de doce años después y tras haber ganado todo a nivel de clubes e individual llega a los 500 partidos con más hambre que nunca, a punto de ganar su quinto balón de oro y tras volver a afianzarse como número uno indiscutible. Ojalá dure otros 500 más, y siga deleitándonos cada fin de semana, porque yo un día podré decir orgulloso que vi jugar a Leo Messi.

Kobe se retira

No por esperada la noticia es menos dolorosa. Kobe Bryant, el mejor jugador del siglo XXI, ha decidido que esta es su última temporada en activo en la NBA. En la que está siendo su peor campaña a nivel individual y tras veinte años en activo el de Philadelphia ha reconocido que su cuerpo no da para más, ya no responde como antes y eso es algo que Kobe no puede soportar.

Se retira el jugador que llegó a ser el más odiado de toda la NBA y tan solo año y medio después la camiseta más vendida, un jugador al que el público de Philadelphia abucheó en el All Star y él respondió siendo el MVP del partido, un jugador capaz de anotar 81 puntos el sólo en un partido, un jugador capaz de anotar 12 triples en un sólo partido, de ser reconocido unánimemente el mejor jugador de la historia de los Lakers, de haber dado el salto a la NBA sin pasar por la universidad y no amedrentarse, de haber ganado el concurso de mates del 99, de ser el tercer máximo anotador histórico, de ser campeón de cinco anillos, un MVP de la temporada, dos de las finales y cuatro de los All Stars.

Pero lo mejor que tenía Kobe es que nunca se rendía, que las críticas le hacían más fuerte y en los momentos de la verdad como los más grandes siempre aparecía, su obsesión por el trabajo y por mejorar fue casi enfermiza, y ni siquiera una acusación de violación hizo que le temblara la muñeca, ni llevar jugando con dolores crónicos los últimos siete años además de ser capaz de rendir al máximo nivel desde los dieciocho años hasta los treinta y ocho.

Capaz de retar al mismísimo Jerry West para fraguar su fichaje por los Lakers antes de la noche del draft, solo ha habido y habrá un Kobe Bryant, quizás el único jugador de nuestro tiempo que ha sido capaz de soportar de verdad las comparaciones con Michael Jordan que tanto daño han hecho en otros jugadores. Sólo nos queda ya disfrutar esta última temporada del mejor jugador del siglo XXI y mejor jugador de la historia de los Lakers. Gracias por todo Kobe.

La leyenda de Jim Valvano

Hace poco vi un documental sobre un personaje histórico para el baloncesto universitario llamado Jim Valvano. No era un nombre que me sonara ni lo más mínimo pero no por ello dejaba de ser una leyenda. Fue capaz de llevar a la modesta universidad de North Carolina State a batir a todas las superpotencias en el torneo de la NCAA, en un época donde formarse en la universidad tenía valor para los jugadores, estamos hablando que se enfrentó a equipos de la talla de los Tar Heels de un tal Michael Jordan, a la universidad de Virginia de un tal Ralph Sampson, e incluso la final a la todopoderosa Universidad de Houston de Olajuwon y Clyde Drexler. Casi nada.

Se trataba de un técnico particular con una clara visión, ganar el campeonato a toda costa, cuentan sus jugadores que e primer entrenamiento lo dedicó a ensayar cortar las redes de la canasta para cuando ganaran el campeonato. Quizás excesiva confianza, no para Valvano, un entrenador valiente que no dudaba en una época en la que no existía el reloj de posesión en hacer faltas para llevar a sus rivales a la línea y jugarse siempre la última posesión. Un genio a fin de cuentas.

Lástima que no superara la batalla contra el cáncer, aunque luchó siempre con una sonrisa, porque era un personaje que te metía en su bolsillo con verlo una sola vez, y que tiempo más tarde su mujer reveló que Jim siempre escribía sus sueños en la vida en tarjetas que llevaba siempre en su americana. Tras su fallecimiento en 1993 llevó su chaqueta al tinte y decubrió esas notas, muchos sueños de un Valvano que siemore había sido un soñador, pero entre esas tarjetas de sueños no alcanzados se encontraba na en la que ponía ser campeón de la NCAA con North Carolina State. Valvano lo había vuelto a hacer