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La injusticia a Roger Brown

La NBA cometió una de las mayores injusticias de su historia con Roger Brown. Brown era uno de los jugadores más prometedores da High School en la década de los sesenta, incluso la Universidad de Dayton, Ohio, llegó a reclutarle pero su nombre apareció vinculado en uno de los mayores escándalos de apuestas deportivas de la historia de la NBA, el cabecilla de aquel escándalo fue Jack Molinas jugador de los Pistons que fue expulsado de la liga y que acabó siendo asesinado a manos del clan Genovese. Esto provocó el veto para Brown en la NCAA y la NBA por vinculación sin pruebas de su nombre a la trama.

El jugador acabó jugando para un equipo de la liga amateur de Ohio hasta que se fundó la ABA y los Indiana Pacers reclutaron a este extraordinario jugador. En palabras de quizás la mayor estrella de la ABA y quizás del momento Julius Ervins, alias Dr.J: “Los Pacers era el equipo con más clase de la liga, y Brown era el jugador con más clase de los Pacers”. Brown se proclamó tres veces campeón de la liga con los Pacers y cuatro veces acudió al All Star de la liga.

Tras la disolución de la ABA la NBA llamó a su puerta una vez que se demostró que no había ninguna prueba que relacionara a Brown con el escándalo, pero Brown no perdonaba a la liga su veto y rechazó ir. Para el que es considerado mejor jugador de la historia de los Pacers Reggie Miller: “Fue el mejor jugador de la historia de los Pacers”, casi nada. Años después un cáncer se llevaría su vida por delante allá por 1997 pero siempre quedará su juego y sus estadísticas para el recuerdo.

La NBA cerró su herida hacia Brown incluyéndole en el Hall of Fame en 2003 como homenaje a una carrera olvidada por un error de la liga que llegó a emitir un perdón público al jugador. Pero ya era demasiado tarde para habernos privado de ver a Brown entre los mejores.

Fin a la primera generación del siglo XXI

Con el comienzo del nuevo milenio llegaron unos jugadores que estaban llamados a ser los sucesores de Jordan. Jugadores que tenían que soportar las comparaciones con el mejor jugador de la historia noche tras noche sin venirse abajo, una presión que devoró a más de una promesa. Y de esa generación surgieron nombres que han dominado el baloncesto desde hace casi veinte años. Son los Kobe Bryant, Tim Duncan y Kevin Garnett.

Se trata de tres jugadores diferentes de carácter pero iguales en su pasión por el baloncesto. Son los que han dado noche tras noche a muchos adolescentes como yo momentos inolvidables, partido épicos y series de playoffs que bien podrían ser las finales por la intensidad de los partidos. Los Spurs-Lakers de principios de siglo fueron los partidos que decidían quién era el campeón de la NBA pese a ser de la misma conferencia. Ver a O´Neill y Bryant contra Duncan y Robinson era puro basket. Garnett tenía su pedacito de protagonismo por ser un fuera de serie pero su equipo nunca estuvo a la altura de su calidad.

Va a ser difícil para mi generación ver comenzar una nueva temporada sin estos tres nombres, jugadores irrepetibles que hicieron que tras la segunda retirada de Jordan la NBA siguiera siendo más que interesante, sin llegar a ser el negocio de agentes libres y contratos televisivos en lo que se ha convertido ahora. Donde se permitía más el contacto, las pizarras y las defensas eran innegociables y dónde el triple no era el principal arma ofensiva de los equipos sino que lo era el pívot sobre el que se construía el equipo.

Tres jugadores, 11 anillos entre los tres, todos con al menos un MVP de la temporada y del All Star, tres tipos tan distintos como irrepetibles que no han parado de batir récords a lo largo de su carrera y que sin ponerse de acuerdo han decidido dejarnos en la misma temporada para valorar y disfrutar de sus mejores momentos, como en muchos casos de grandes jugadores, ahora que ya no están en activo. Gracias a siglo XXI, a la Mamba Negra y a Big Ticket por tantas horas de entretenimiento.

Gracias por todo Calderón

Esta mañana Jose Manuel Calderón ha anunciado en una rueda de prensa junto al presidente de la FEB Jorge Garbajosa que deja el combinado español tras su participación en los juegos olímpicos de Río donde se colgó el bronce. Su importancia en la selección había ido bajando drásticamente hasta adquirir un papel muy residual en el equipo. Estamos probablemente ante el mejor base de la historia de España y miembro de la generación de oro del baloncesto español. El de Villanueva de la Serena ha sido todo un ejemplo durante toda su carrera de coraje superación calidad y sobre todo fiabilidad y lectura de juego. Sus grandes años en el TAU Cerámica de los Scola y Macijauskas le llevaron a dar el salto a la NBA a los Toronto Raptors, donde se convirtió rápidamente en un referente y acabó siendo el mejor asistente histórico de la franquicia.

Tras sus buenos años en la franquicia canadiense pasó por varios equipos en los que le fueron dando un rol más específico, de tirador exterior concretamente, desperdiciando una calidad que pocos bases en la actualidad tienen. Su estilo es a día de hoy contra natura, rodeado de la época de los bases rápidos, explosivos y chupones, él era todo cerebral y correcto, solía estar en el top 3 de ratio pérdidas-asitencias en sus años de Toronto, y su nombre llegó a sonar con fuerza un año para el All-Star. Su rendimiento en la selección siempre fue sublime, formando parte de los grandes éxitos recientes de la ya conocida como ÑBA, aunque se perdió la final de los juegos de Londres por lesión, pero llevó como base titular al equipo a la final contra los EEUU. Tras una brillante carrera y un último traspaso a Los Ángeles Lakers este verano, ha decidido poner punto y final a la carrera con la selección con la que ha compartido 14 años y con la que se ha llevado 8 medallas, 8 medallas como ese número ya imborrable en nuestra memoria del mejor base de la historia de la selección. Gracias por todo Mister Catering.

Eddie Griffin talento inestable

La de Eddie Griffin es otra de tantas historias NBA en las que un prometedor joven con potencial para triunfar acaba tirando todo por la borda. Su vida en este caso está estrechamente ligada a la de su hermanastro Marvin Powel, que acogió a Eddie y a su hermano cuando su madre no pudo ocuparse mucho de ellos debido a su trabajo de enfermera. Fue Marvin el que descubrió el mundo de la canasta a Eddie que pronto demostró maneras para el baloncesto. Y cuando su madre encontró un trabajo mejor se trasladó con Eddie a Philadelphia, aunque su estrechez con Marvin perduró, siendo por el único por el que se dejaba aconsejar Eddie. En el instituto ya destacó y estaba considerado el mejor jugador de Philadelphia desde Wilt Chamberlain (teniendo en cuenta que de allí han salido jugadores como Kobe Bryant, Rip Hammilton o Rasheed Wallace) lo que eran palabras mayores.

Pero pronto comenzó a verse su carácter conflictivo, como cuando a falta de un mes para graduarse se peleó con un compañero de equipo, lo que le costó hacer los últimos meses de High School desde casa y graduarse una semana más tarde que el resto de sus compañeros. Pero su calidad era tan inmensa que estos episodios pasaron sin importancia para las universidades (Griffin llegó a registrar un cuádruple doble: 27 puntos, 11 rebotes, 13 tapones y 10 asistencias en un único partido), y ya allí en su primer y único año tuvo también peleas con compañeros constantemente. Pero es en esa época en la que la vida de Eddie se desmorona. Su hermanastro y mentor Marvin había muerto de un ataque al corazón. Este mazazo se lo tomó demasiado a pecho Griffin autoimponiéndose el cuidado de la familia de Marv, por lo que se decidió a dar el salto a la NBA (se presentó en el draft de Pau Gasol). Allí salió elegido en séptima posición por los Nets que inmediatamente los traspasarían a los Rockets.

La carrera NBA de Eddie fue un resumen de su vida, algún partido que atisbaba el jugadorazo que era unido a numerosas sanciones por posesión de drogas o problemas con compañeros. Todo esto unido en un cóctel de depresión por la muerte de Marvin acrecentado por su adicción al alcohol provocó que un juez de Houston le obligara a estar bajo la tutela de John Lucas y su inclusión en el programa de rehabilitación que el propio Lucas dirigía (Lucas fue número uno del draft de 1976 y tuvo que abandonar su carrera NBA debido a problemas con las drogas). Pero fue inútil, seguía dando bandazos en su vida hasta el 17 de Agosto de 2007.

Antes de ese día ya había protagonizado otro episodio esperpéntico en el que estampó su Bentley contra otro coche tras ir viendo una película pornográfica e ir masturbándose duplicando la tasa de alcohol en sangre. Pero ese día 17 Griffin fue directo con su todoterreno hacia las vías del tren chocando contra el tren muriendo en el acto, nunca se supo si fue un suicidio o sólo a consecuencia de cómo luego se demostró triplicar la tasa de alcohol, pero lo que estaba claro era que Griffin vivió atormentado desde la muerte de Marvin y nunca se repuso de esta privando al baloncesto de un fino ala pívot que pudo haber dominado la liga.

El corazón de Reggie Lewis

Corría el verano 1993 y el baloncesto mundial y en especial la NBA se intentaba recuperar del varapalo de la muerte de la estrella croata Drazen Petrovic, cuando saltó otra terrible noticia, el capitán y jugador franquicia de los Celtics, Reggie Lewis en un entrenamiento con el equipo su corazón dijo basta cayendo fulminado y muerto dos horas después en un hospital de Massachusets. Se cerraba así el verano más trágico que se recuerda en la NBA y se sumaba otra desgracia más para la historia celtic (tras la famosa muerte de la promesa Len Bias).

Lewis llegó a los Boston Celtics en el draft del 1987, en la 22ª selección, y pronto se vio su fuerte personalidad. Llegaba a un equipo en el que compartía posición con su estrella Larry Bird, pero los serios problemas de espalda que comenzó a tener en esta época el alero de Indiana y que le obligarían a retirarse le dieron la oportunidad de jugar minutos a Lewis. Con el paso de las campañas se afianzó como mejor jugador del equipo y capitán tras la retirada del pájaro, y todo hacía indicar que sería el relevo perfecto para los Bird-McHale-Parish para llevar de nuevo a los Celtics a lo más alto.

Pero en los playoffs de 1993 en el primer partido de la primera ronda frente a los Charlotte Hornets, comenzó a sufrir fuertes mareos y malestar en el pecho que le provocaron que se desplomara en el suelo obligándole a retirarse del partido (en ese momento no sabía que iba a ser su último partido). Tras la gravedad de los síntomas se le realizó un exhaustivo chequeo médico en el que se afirmó que su corazón se encontraba en perfectas condiciones para la práctica del baloncesto. Al tiempo se incorporó con sus compañeros a la pretemporada y en un entrenamiento el 27 de Julio ocurrió la desgracia.

Lewis había destacado como un anotador fiable y como uno de los mejores defensores de perímetro de la liga, es el único jugador que llegó a taponar cuatro veces en el mismo partido a Michael Jordan. Pero con él no sólo se iba un joven y prometedor jugador de 27 años, se iba la esperanza Celtic de volver a ser competitivos tras las retiradas de sus grandes figuras de los 80. Una auténtica lástima que un diagnóstico correcto podría haber evitado, quizás le hubiese retirado del baloncesto en aquel momento, pero al menos Lewis seguiría a día de hoy con vida.

Simplemente Red Auerbach

Si hablamos del equipo más emblemático y más laureado de la NBA, nos estamos refiriendo a los Boston Celtics, y si destaca alguna figura por encima del resto (y mira que hay figuras en esta franquicia) ésa es la de Red Auerbach. Se trataba de un adelantado a su tiempo, que llevó a su los verdes a sus cotas más altas e inventó infinidad de sistemas nuevos de juego para acumular la friolera cifra de 16 anillos en 29 años. Fue un pionero además con la inclusión de la raza afroamericana en la liga, fue el primer entrenador que seleccionó a un afroamaericano en el draft para la NBA (allá por 1950 con la selección de Chuck Cooper), ya que para él no existían las razas, como llegó a afirmar «Si estos chicos son más fuertes y están más cualificados… ¿cual es el motivo de no contar con ellos?, ¿que son, marcianos?».

Pero si una figura destaca entre las elecciones de Auerbach esa es la de Bill Russell, con el que llevaría a la franquicia de Masachusetts a las cotas más altas vistas y que probablemente se verán en una franquicia con 11 anillos en 13 años (9 de ellos de Auerbach como entrenador y 2 como General Manager). Pero sus inicios en Boston como innovador no fueron fáciles, él había sido como jugador muy discreto y tras entrenar algunos años en St. Albans High School y en la Armada Norteamericana (los NAVY), en la base militar de Norfolk, los Boston Celtics le ofrecieron dirigir su equipo en una época de crisis para los orgullosos verdes. Sus primeras decisiones trajeron consigo la controversia de un público que terminó adorándole como si de un dios se tratara, debido básicamente a sus estrategias de intercambios y trades en las ceremonias del draft, además de por ser el inventor del contraataque y de un juego coral de equipo que encajó tan bien en la filosofía trabajadora de la ciudad.

Pero si una imagen define la figura de Red Auerbach, esa es la del técnico fumándose un puro a falta de pocos minutos cuando el partido estaba ya resuelto, en lo que le gustaba denominar el puro de la victoria, llegó a decirle una vez al mism´simo Larry Bird esta frase «estos puros sólo pueden ser fumados cuando se gana; sino pierden su valor. Para fumarte un sensacional puro de estos, tienes que ganártelo, amigo». Genio y figura sin duda. Era tan icónica su imagen con el puro que en todos los restaurantes de Boston se prohibió fumar salvo si eras Red Auerbach. Desgraciadamente un ataque al corazón en 2006 se llevó a esta gran figura del baloncesto que amó a los Celtics por encima de todo y que vio como se retiraba el número 2 en su amada franquicia en su honor.

Divac-Petrovic amistad rota

Cuando se habla de Divac y de Petrovic se habla de probablemente la mejor generación del baloncesto FIBA de la historia, una selección yugoslava que durante la década de los ochenta era prácticamente intratable y dominaba con solvencia los torneos. Dos de sus jugadores más destacados, quizás los más junto con Kukoc, eran Vlade Divac y Drazen Petrovic. Ambos jugadores pese a jugar en equipos distintos, el pívot en el Partizan y el base en la Zibona de Zagreb, entablaron una gran amistad durante todos estos torneos nacionales, hasta el punto de que eran siempre compañeros de habitación. Su marcha juntos com casi pionesros a la NBA en 1989 a Los Ángeles y Portland respectivamente les unió más si cabe ya que se apoyaban el uno en el otro para pasar los malos moemntos de la adaptación a otro baloncesto y a otra cultura. Se dice que las llamadas entre ellos eran constantes a lo largo de esos años.

Todo era felicidad entre ellos estaban consiguiendo su sueño de triunfar en la NBA (los primeros años de Petrovic por falta de oportunidades y minutos no fueron muy buenos) y se presentaba además el Mundial de baloncesto de Argentina de 1990. Allí llegaba la selección de Yugoslavia como máxima favorita y no defraudó ganando en semifinales a los EEUU y en la final a la Unión Soviética (aunque hay que recordar que para este torneo los jugadores Lituanos habían declinado ir entre los que se encontraban un tal Sabonis). Hasta aquí todo normal, pero tras el pitido final comenzó la celebración, Divac y Petrovic se fundieron en un abrazo sincero y en esos momentos un cámara con la bandera croata se les acercó, Divac se dio cuenta y le quitó la bandera arrojándola al suelo en señal de que era una victoria de toda Yugoslavia, no de Croacia, algo que sentó muy mal en el país y peor a su amigo y compañero Petrovic que tras este incidente no volvió a dirigir la palabra.

Tras la disgregación de Yugoslavia en el 92 y la muerte de Petrovic en el 93 su relación era nula y en el funeral del mago de Sibenik un gigantón Divac echó a llorar sincerándose con unas declaraciones llenas de sentimiento «Lo que más me duele es que no he podido decirle adiós. Llevábamos sin hablarnos mucho tiempo, y lo siguiente que escuché fue que había muerto. Era como si yo me muriese a la vez. Ha sido lo peor que me ha sucedido jamás, y ya nunca podré arreglarlo». Un duro testimonio fruto de una guerra absurda que separó a dos de los mejores jugadores europeos de la historia.

El Iverson Europeo

El nombre de Nikos Gallis no es uno de los más valorados de la historia de la FIBA y eso es una injusticia mayúscula teniendo en cuenta sus méritos. El jugador de padres griegos nació en New Jersey y se crió en los playgrounds intentando imitar a Walter Frazier, por aquel entonces su nombre era Nick Georgalis, y su juego comenzaba a llamar la atención, compartía agente con Diana Ross y eso hizo que no le prestara mucha atención y no le diera la publicidad necesaria cayendo hasta la cuarta ronda del draft del 79 (en el que un tal Magic Johnson fue número 1). Le eligieron los Boston pero una inoportuna lesión le privó de debutar y ante la falta de minutos decidió hacer el viaje inverso de sus padres, volvió a Grecia para jugar en las filas de Aris de Salónica, donde pronto comenzaría a hacerse notar (para el recuerdo su primer enfrentamiento con la otra gran leyenda helena de la época Ionikos donde Gallis anotó 63 por los 73 de Ionokis) y cambiaría para siempre el nivel de los equipos de un país para el que el baloncesto en aquel momento no tenía la dimensión que tiene ahora.

Tras la exhibición el Aris terminó fichando a Ionokis y lograron un récord difícil de igualar, la asombrosa marca de 81 victorias consecutivas, dominando el campeonato doméstico de manera abrumadora. Quizás la única pega fue su poco impacto en la Euroliga, una Euroliga dominada en aquel entonces por los Petrovic, Sabonis o Kukoc. Pero si por algo se mide la grandeza y la huella de Gallis es por llevar a la victoria en la final del Eurobasket del 87 a Grecia sobre la URSS de Sabonis. Una de las mayores sorpresas de los campeonatos que el de Nueva Jersey consiguió anotando además 40 puntos en esa final.Sus medias de anotación de su carrera hablan por sí solas 32,4 puntos y 30,1 en la selección, dejando claro que debería ser recordado a la altura de los más grandes jugadores de su época. Su palmares es impresionante, ocho ligas y siete copas griegas, un campeonato y un subcampeonato de Europa por selecciones e innumerables títulos individuales, quizás el único lunar de la Euroliga pero que no debería privar del recuerdo a uno de los más grandes jugadores que han pasado por los pabellones europeos.

La mejor generación FIBA de la historia

Cuando escuchamos nombres como Petrovic, Divac, Kukoc, Djorjevic, nos vienen a la mente los hombres que dieron sentido al baloncesto europeo durante los años ochenta y noventa. Esta generación de jugadores balcánicos hijos de la guerra, conformaron la mejor generación de jugadores que ha visto el baloncesto europeo jamás, provocaron la formación del Dream Team original ya que los americanos cansados de perder siempre ante ellos con sus equipos de universitarios no vieron otra opción que llamar a filas a los profesionales, amargaron la existencia la URSS de Sabonis, Tkachenko y Marciulionis, pero no solo dominaban a nivel selección a nivel de clubes eran también los mejores. Fueron los que de verdad abrieron el camino de la NBA desde Europa, y sólo los problemas bélicos de su país dividieron a una selección que de haber seguido junta no se sabe cuantos títulos podría haber conquistado.

En 1992 la división de la antigua Yugoslavia dividió a un grupo de jugadores que estaban llamados a hacer historia y quizás eran el único equipo capaz de hacer frente de verdad a ese Dream Team, las guerras nos impidieron ver el que quizás hubiera sido el mejor partido de baloncesto de la historia. Nunca veríamos concentrado tanto talento en un sólo pabellón y todos ellos además en su mejor momento, imaginar solo ver a Jordan, Bird y Magic frente a Petrovic Divac y Kukoc suena a videojuego pero realmente pudo ser posible. Además tristemente las separaciones de los países hicieron que jugadores que se consideraban hermanos perdieran el contacto, y ya no volvieran a ser lo mismo, como el caso de Divac y Petrovic por la dichosa bandera croata. Quien sabe quien hubiera ganado ese partido pero a mí personalmente me hubiera encantado que se hubiese disputado.

¿Karembeu el canibal?

El nombre de Christian Karembeu es conocido por todo el mundo como quizás uno de los jugadores con mayor suerte del mundo, sin ser una super estrella ganó todos los campeonatos posibles a nivel de club y selección siendo además titular en casi todos ellos. Pero lo que poca gente sabe es la historia de los antepasados recientes del galo.

Karembeu, nacido en Nueva Caledonia, fue uno de los once hijos de Willy Karembeu, un nativo de la isla que vivió un episodio vergonzoso en su adolescencia. Ocurrió en París en 1931, donde era típico la celebración llamada Exposition Coloniale (Exposición Colonial) para justificar el colonialismo aún presente en aquella época.Para ello se traía a los indígena mas extraños en una desfile a modo de zoológico humano, y entre esas celdas que desfilan destaca una. Es inevitable que todas las miradas vayan hacia ella. Un hombre es mostrado solo, entre barrotes, como un caníbal, como una bestia de inframundo que se alimenta de otros hombres como él, que no sabe hablar, sólo gruñir… En el cartel que colgaba de la jaula podía leerse, además de otros raras costumbres impropias de un ser humano, su nombre: Willy Karembeu.

Nada de aquello era cierto, al pobre Willy le habían raptado en su Caledonia natal y lo habían enseñado a realizar danzas extrañas para justificar su superioridad y la labor necesaria de la colonización. Los aborígenes vivían esto como una vergüenza. Tiempo después Christian el hijo de Willy comenzó a destacar en el fútbol y fue rápidamente reclutado por la selección francesa para poder incorporarlo a sus filas. Tras un tiempo de indecisión finalmente decidió jugar para la selección francesa, pero negándose a cantar el himno nacional, ligado a la opresión a sus antepasados. El silencio se convertía para él en una forma de recuerdo, de homenaje. En ninguno de los 53 partidos que jugaría con los bleus lo haría. Aunque, como buen profesional y dedicado a la causa, no dejaría de ganar partidos y títulos para ellos. Un Mundial y una Eurocopa en dos años que se dice pronto. No está mal para el hijo de un caníbal.