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Desastre Olímpico

Todo era felicidad cuando Pellegrini anotaba el tercer gol de la Roma de una falta magistral en el minuto 60 de la segunda parte. El 3-1 que ondeaba por el Olímpico y las pésimas sensaciones de la Juventus durante todo el partido hacían pensar que la Roma por fin iba a ganar a uno de los grandes, iba a cerrar su minicrisis particular (con la de ayer suma 1 punto en 3 jornadas) y que volvía a encaramarse a los puestos altos de la tabla.

Nada más lejos de la realidad. Un auténtico desvanecimiento del equipo que dejó helado al Olímpico y con una cara de máxima perplejidad a un Mourinho que está muy lejos de volver a ser el entrenador determinante que otrora fue, y que está viviendo una etapa sin éxito en la Roma pese a la ilusión inicial de los tiffosi romanos. Un partido que refleja la temporada del equipo giallorosi, mucha ilusión de inicio y máxima decepción al final.

La Juventus, sin jugar un gran partido, y sin un arreón épico ni nada por el estilo remontó un partido que tenía más que pedido. La Roma se deshizo como un auténtico flan y en sólo siete minutos dio la vuelta total al marcador. Incluso De Light cometió un penalti que supuso su expulsión (se perderá la Supercopa contra el Inter) y que Scezny detuvo a Pellegrini, que lo tiró fatal y pifió el rechace franco del balón. Un cúmulo de desgracias que convirtieron el Olímpico en un funeral tras haber estado de auténtica fiesta apenas unos minutos antes.

El fútbol recompensó

Noche llena de emociones la de anoche en los Cármenes. Durante muchos minutos el Barcelona se vio fuera de la Copa del Rey apeado por el Granado que disfrutó de una ventaja de dos goles hasta cinco minutos antes de la conclusión del partido. Finalmente dos pases de cirujano de Messi significaron los tantos azulgranas que consiguieron llevar el partido a la prórroga para allí terminar de llevarse el partido y el billete para las semifinales.

Pero si el empate fue agónico no fue más que por la mala suerte que arrastra últimamente el Barcelona y que le está lastrando en la mayoría de partidos debido a que posee una pegada inferior a la de años atrás. Tres disparos al palo unidos a varias ocasiones claras, especialmente la de Trincao, pudieron decantar el partido antes a su favor y no llevar al equipo a una remontada épica. Parece que los de Koeman se han abonado al sufrimiento constante durante todos los partidos del año y no saben cerrar los partidos. Entre Supercopa y Copa todos los partidos a eliminatorias los han vivido con prórrogas merced a su falta de contundencia arriba.

La nota más negativa de ayer fue que se vio el paupérrimo nivel de Umtiti, un central que hace no mucho era un seguro de vida y vital tanto para el Barcelona campeón de todo, como para la Francia campeona del mundo. Su lesión de rodilla parece que definitivamente ha puesto el fin a su carrera deportiva, siendo todavía muy joven. Pero pese a todo el Barcelona no bajó los brazos como acostumbra, los cambios reactivaron al equipo, y la conexión Messi-Griezmann funcionó por fin. Ayer casi se despiden del único título al que aspiran realmente esta temporada, pero finalmente se reengancharon y ahora vuelven a ser favoritos claros sin Atlético y Real Madrid de por medio.

El Bayern no ha dicho su última palabra

Frustrados. Así es como acabaron los jugadores del Bayern de Munich el pasado miércoles cuando tras hacer un gran partido y generar más de una decena de ocasiones (la gran mayoría clarísimas) se fueron con una nueva derrota ante un Real Madrid que no realizó un gran partido, que no mereció ganar, que no marcó Cristiano Ronaldo, pero que dejó la eliminatoria muy encarrilada y los ánimo de los bávaros muy tocados.

Pero este Bayern no es el de Guardiola o el de Ancelotti, es el Bayern de Heynckess, y el entrenador de Monchedgladbag ha devuelto el espíritu combativo a un grupo que parecía con un cierto estancamiento en lo competitivo. Ha devuelto la confianza a jugadores fundamentales como Müller, Ribéry o Robben que con Ancelotti o no jugaban o no rendían a su mejor nivel, ha sacado al mejor James de nuevo para beneficio del equipo y sobre todo, ha devuelto a Javi Martínez al medio del campo, lo que ha devuelto el poderío físico perdido en medio campo al equipo.

Pese a que tanto Vidal como Neuer y Robben no llegarán a este partido, los alemanes son optimistas en poder al menos igualar la gesta del año pasado en el Bernabéu (donde empataron la eliminatoria con un 1-2) donde sólo el arbitraje privó de completar la remontada al equipo alemán. Saben que lo tendrán difícil, pero saben que si marcan un gol dependen de ellos mismo para llevarse la eliminatoria y eso les hace ser muy peligrosos.

La Juventus arregla el estropicio

Parecía que el partido en el Giuseppe Meazza estaba resuelto en el minuto 12 de partido, cuando ya con el gol de Douglas Costa en el marcador, el árbitro pedía el VAR y terminaba expulsando correctamente a Matías Vecino tras una entrada salvaje a Mandzukic. Este panorama dejaba helado a los aficionados del Inter y a los del Nápoles, que veían que la Juventus iba a ganar plácidamente en su salida más complicada para tratar de recortar puntos.

Pero la segunda parte (la primera acabó con un gol anulado a Matuidi correctamente por fuera de juego) empezó el Inter como un vendaval. Primero fue Icardi el que conectó un cabezazo a la red de Buffon y con el subidón, Perisic dribló a Cuadrado para centrar con veneno al área juventina y Barzagli eterminó introduciéndose el balón en su portería. Estalló el Meazza y en Nápoles se frotaban los ojos, esta derrota hacía que dependieran de ellos mismos para levantar la Serie A.

Pero en sólo seis minutos, los que transcurrieron del 83 al 89, Cuadrado e Higuaín frustraron a los hinchas interistas y bajaron de la nube a los napolitanos como mejor saben hacer, en los últimos minutos, con el partido más trabado posible y llevándose una victoria que vale un título. Y vaya si fueron conscientes que lo celebraron como si de una final se tratase al pitar el árbitro el pitido final. Aún queda la salida al Olímpico ante la Roma, pero esta Juve quiere la séptima consecutiva.

Desperdiciar sus mejores años

El Barcelona cayó ayer con estrépito ante la Roma, en lo que ya forma parte de uno de los recuerdos más negros de su historia. Nadie esperaba un batacazo semejante, ni el Barcelona había aventurado tantas debilidades como para pronosticarlo si quiera, pero la Roma dio una lección de intensidad ayer que hacía tiempo que no se veía. Y lo peor de toda esta situación es que es la tercera vez consecutiva que el Barcelona queda apeado, y cuarta en cinco años, en cuartos de final de la Champions League.

Y lo peor es que lo hace con el mejor jugador de su historia en sus filas, con un Messi que va a cumplir su duodécima temporada en el Barcelona y que «sólo» ha ganado cuatro Champions, aunque la primera fue testimonial. Da la sensación que el Barcelona no ha aprovechado el impulso que su estrella le ha dado. No es posible que un equipo que cuenta con Messi en sus filas haya sido eliminado por equipos como la Roma, el Atlético o la Juventus, y más de la manera en que ha sido eliminado por estos equipos. Da la sensación de que cuando Messi cuelgue las botas el Barcelona no habrá aprovechado en Europa el paso de este fenómeno y que difícilmente se repetirán tiempos semejantes o mejores sin él.

Es un día muy triste para el Barcelonismo, pasar de estar realizando una campaña casi perfecta, a darse de bruces con una realidad, la política de fichajes ha sido pésima desde hace cinco años, y sólo ha sido maquillada por las anchas espaldas del 10, que ha hecho que el Barcelona gane ligas y Copas del Rey a un ritmo vertiginoso. El Barcelona debería haber dominado durante la última década la competición continental, y sin embargo sólo llegó a tres finales y a una semifinal, un bagaje pobrísimo que deja la sensación de que se podía haber conseguido mucho más con directivos con dos dedos de frente, y no la política de bandazos a la que ha sido sometido el club desde la marcha de Laporta. Espero equivocarme pero me temo que no se verán muchas Copas de Europa próximamente con el sello del Fútbol Club Barcelona.

Klopp ya lo ha vivido

El Lverpool tratará de defender la amplia renta que sacó de Anfield al ganar por 3-0 al City de Guardiola tras una primera parte excelsa. Pero aún así, el City, no se da por vencido e intentará dar la vuelta a la eliminatoria y empezar a escribir así alguna página histótrica en la Champions, competición en la que salvo las semifinales de 2016 (donde no dieron la talla en ningún momento de la eliminatoria) no han realizado nada reseñable.

Pero esta situación no es nueva para Klopp, que ya vivió algo parecido en 2013 cuando, con el Dortmund al mando, le metió 4-1 al Real Madrid en el Signal Iduna Park y le tocó venir al Santiago Bernabéu a sobrevivir al vendaval blanco. El partido se saldó con una insuficiente victoria blanca por 2-0 (los dos goles llegaron muy al final del partido) que daba el acceso a Klopp a la final de la Champions.

Por tanto sabe lo que le espera, ni el City es el Madrid, ni el Etihad es el Bernabéu, pero tras la derrota de la ida y la decepción de la derrota en el derbi el sábado ante el United que le privó de celebrar ante su afición el título de Premier League, el City es un equipo herido y saldrá con todo desde el comienzo. Guardiola debe plantear un partido loco casi suicida y procurar minimizar las contras del Liverpool (que es su especialidad) ya que un gol red le obligaría a meter cinco a los sky blues para clasificarse. Klopp consciente de eso jugará con ese factor, ya con Salah recuperado y con Mané y Firmino dosificados el sábado ante el Everton, sabe que muy difícilmente se quedará con la puerta a cero. Preciosa la vuelta en las islas.

El momento de Mbappé

Esta noche el PSG vive el partido más importante de su corta historia, y lo hace sin su fichaje estrella Neymar, que ha antepuesto el Mundial a un club que desembolsó en verano 222 millones de euros para su contratación y que le paga la friolera de 38 millones netos al año. Pero la mejor noticia en el PSG es el ambiente de optimismo que esta misma lesión ha generado. El equipo se ve más libre y más unido sin el díscolo brasileño, que lejos de ser imprescindible para el equipo en muchas ocasiones se ha convertido más en un problema que en una solución.

Y ahí es dónde aparece el nuevo mesías del equipo francés, Kylian Mbappé, el ídolo de la ciudad, al que ya Neymar ve más como una amenaza que como un escudero, que con 19 años se presenta como principal esperanza junto con el renacido Di María, para doblegar al Madrid y revertir el 3-1 de la ida. Además esta lesión de Neymar le volverá a ubicar en el extremo izquierdo, donde es mucho más peligroso que en la derecha, donde su potencia le permite rendir, pero nunca a su máxima versión.

Mbappé es consciente de que está ante su oportunidad de hacerse vale, sin Neymar quiere dejar caro que no es un escudero, sino que es capaz de liderar un proyecto y que la diferencia con Neymar no es la que se cree el brasileño, que vive en una nube de concesiones y privilegios por parte de un presidente que está gestionando demasiado mal una plantilla que en caso de derrota esta noche puede explotar por todas partes, dejando muy tocado un proyecto que desde el principio se vio como inestable. Todo recae sobre los hombros de un chico de 19 años que está batiendo todos los récords de precocidad en la mejor competición del mundo.

Anillo o complicarse

Los Warriors han ido comandando las Finales con mano de hierro en su campo. Un 2-0 inapelable sin ningún atisbo de dudas y con unos Cavaliers que no tuvieron ninguna opción en ninguno de los dos partidos. Tras esto la visita a The Q fue más complicada con un primer partido resuelto por una canasta estratosférica de Durant en los últimos instantes salvando un partido que tenían perdido y una derrota abultada en el cuarto muestra del orgullo de LeBron e Irving.

Pero con estas se vuelve al Oracle Arena con la sensación de que todo lo que no sea una victoria por parte de los Warriors será complicarse sobremanera unas Finales que a día de hoy están más que encarriladas. Pero enfrente está LeBron James, ese jugador capaz de hacer de lo imposible cotidiano y de hacer temblar a todo una plantilla casi perfecta como son los Warriors, ya que de perder esta noche se jugarían el sexto partido de nuevo en The Q, y podría llegarse a un nuevo séptimo partido con los Cavaliers llenos de confianza y los Warriors con una presión mayúscula tras haber ido 3-0 arriba y con los recuerdos del séptimo del año pasado.

Pero estos Warriors no parece que vayan a dar opción a los Cavaliers en el Oracle, donde se han mostrado intratables y donde su juego se acentúa si cabe. En los dos partidos en la Bahía los de Tyrone Lue se han visto superado en todas las facetas y no han sido capaces de controlar esos contraataques vertiginosos que casi siempre acaban en un triple abierto. Tienen todo a favor para celebrar con su gente el que sería segundo anillo en tres años para una franquicia que llevaba mucho tiempo vagando por la zona baja de la NBA. Pero ojo que LeBron no está dispuesto a ceder tan fácilmente.

Barcelona Histórico

Lo que ocurrió ayer sobre el verde del Camp Nou quedará para la historia, nunca antes se había remontado un 4-0 adverso, y lo hizo como se suelen acabar haciendo estas cosas en el último minuto y de manera épica. Mucho mérito el del Barcelona, pero también puso mucho de su parte Unai Emery, un entrenador que siempre ha fracasado en los torneos importantes y al que como siempre se ha dicho aquí le vienen grande este tipo de retos y una vez más lo demostró, y debería ser despedido fulminantemente tras fracasar en Champions y no ser capaz de tener a su equipo líder de la Ligue 1.
 
El partido comenzó como todo el Barcelonismo deseaba, gol rápido (con fallo estrepitoso de Trapp y la defensa) y con un PSG encerrado como si fuese un equipo pequeño, dando mucha ventaja al Barcelona, que poco a poco fue atacando hasta que al borde del descanso y tras una carambola propiciada por Iniesta logró el segundo. Y nada podía ir mejor cuando a los tres minutos de la reanudación Messi transformó un penalti torpe de Meunier sobre Neymar. El Barcelona ya acariciaba la gesta y fue cuando el PSG más peligro causó, en ese momento Luis Enrique debió meter a un lateral derecho ya que el PSG realizó infinidad de contras peligrosas, y en una falta sin aparente peligro una gran dejada en la frontal la aprovechó Cavani para en principio finiquitar la eliminatoria.
 
El PSG se sabía ganador y con el Barcelona tocado dispuso de dos ocasiones más que claras, y tanto Cavani como Di María desaprovecharon sendos mano a mano (en el caso de Di María precedido de claro penalti de Mascherano), y con estas se encontraba el Barcelona, claramente desgastado del esfuerzo, anímicamente tocado, y sin crear tampoco claras ocasiones, pero hubo un hombre que creyó, Neymar Jr. El brasileño se inventó una soberbia falta en el 88 para poner a los culés a dos goles de la gesta. Entonces Emery, que ya había hecho cambios ultradefensivos incluso con tres goles de renta, y todo el PSG demostró lo que es, novatos en competiciones fuertes, y tanto miedo tuvieron que en un descuento de cinco minutos recibieron dos goles (uno de penalti dudoso cierto es), que supusieron la clasificación del Barcelona y la mayor humillación jamás vista a un equipo en esta competición tras haber alardeado semanas y semanas de su resultado. Noche histórica que difícilmente se volverá a repetir y que deja al Barcelona como máximo favorito ya no sólo para la Champions sino para repetir el triplete de hace dos años.

Operación remontada

Ya han pasado varias semanas desde el varapalo de París para el Barcelona, han recuperado el liderato, han ganado en una visita complicada como es el Calderón y han recuperado las buenas sensaciones a base de goles en las últimas jornadas. El tridente de arriba ha vuelto a ser decisivo y a ver puerta con mucha facilidad, y poco a poco los lesionados han ido cogiendo rodaje necesario para afrontar partidos de una intensidad tan grande como lo será el de esta noche, no como ocurrió en la ida donde tanto Iniesta como Busquets estaban muy fuera de su mejor forma tras volver de sendas lesiones.
 
La remontada está complicada, el PSG es un rival a priori sólido y cuenta con una ventaja más que cómoda, pero este Barcelona es capaz de dar la vuelta a ese resultado si está acertado de cara a puerta. Si anota pronto y continúa asediando el PSG no lo veo como un rival fuerte y experimentado, son todavía muy novatos en este tipo de partidos y no están acostumbrados a partidos de tal tensión. Además jugadores como Di Maria, Verrati o Motta tienen muy complicado estar en el Camp Nou esta noche, y si llegan no estarán en las condiciones más óptimas.
 
Luis Enrique utilizará el agresivo 3-4-3 que tan buen resultado le ha estado dando y que conlleva mucho riesgo si el rival sabe jugar bien a la contra. Habrá que ver si Emery sabe contrarrestar este nuevo esquema o encierra a su equipo atrás en una maniobra que en el Camp Nou puede ser muy peligrosa. Lo cierto es que pese a l 4-0 de la ida el Barcelona todavía no se cree muerto y pondrá muy cara su derrota, algo que habla muy bien del potencial que atesora este equipo.