No contenta la UEFA de Ceferin con inventarse un absurdo torneo nuevo para ingresar más aún sus arcas, nos somete a un esperpento arbitral que pone en entredicho tanto la designación del árbitro (muy cuestionado por el propio organigrama de árbitros tras su actuación en el Suecia-España) como el propio torneo en sí. Y no sólo por el segundo gol de Mbappé, por mucho que intenten justificarlo con la nueva norma no tiene justificación, sino porque ya en la primera parte se tragaron un penalti claro de Koundé por mano. Y ahora tampoco España se puede quejar demasiado ya que en Noviembre tiene los últimos partidos decisivos para la clasificación para el Mundial de Qatar (del que tampoco merece ya la pena hablar de esa designación) y la vengativa en forma de arbitrajes puede dejar al combinado fuera de este evento.
Lejos además de admitir el error, la justificación es un absurdo, escudándose en un vacío de una norma que claramente en este caso no puede aplicarse. La afirmación de que Eric García trata de jugar el balón es tan ridícula como tratar de admitir que Mbappé no hace por jugar el balón en la acción, de hecho hasta el propio delantero hasta en dos ocasiones antes marcar mira incrédulo al linier. Si es posible que esto pase en una final no quiero ni pensar qué mas acciones de este estilo se han podido dar en partidos menos trascendentales. Una auténtica vergüenza que un deporte tan simple con el fútbol se esté convirtiendo en un laberinto de normas e interpretaciones que alejan cada vez más la esencia de este maravilloso deporte para convertirlo en ese negocio que quieren alguno y alejarlo de los que de verdad amamos este espectáculo.